Wilson
De Angelis, Mauro (2025). Wilson. Buenos Aires, Bucarest. 192 p.
¡Sueño de una sombra es el hombre!
Píndaro
Todo pasado fue mejor. Eso, al menos, parece plantearnos Wilson, el protagonista de la novela homónima escrita por Mauro De Angelis y publicada recientemente por la editorial Bucarest.
Wilson escribe, desde un “disimulado exilio”, sus memorias. Inicia su relato con el acontecimiento que, posteriormente, lo obligará a abandonar la isla en la que se desempeña como ministro de Festejos y Protocolos. El Príncipe Álvaro quiere, para festejar su cumpleaños, un concerto, y, como figura estelar de este, al famoso violinista Ingmar Varlov. A pesar de estar acostumbrado a los pedidos excéntricos del joven —que conduce los destinos del reino ante los problemas de salud del monarca—, Wilson no deja de maldecir su suerte porque la empresa parece complicada. De Angelis, adrede, es impreciso con el marco temporal y espacial en el que se desarrolla la historia, pero resulta obvio que los medios de comunicación distan mucho de ser los actuales, lo que convierte, si no en imposible, al menos en ardua la tarea de hallar al famoso músico extranjero. A partir de ese momento, comenzarán las peripecias de Wilson por cumplir con su misión.
El relato se articula en torno a la voz melancólica de Wilson. Esa melancolía es un barniz que cubre toda la novela, más allá de la forma que tome (en ocasiones será una novela de aventuras, en otras una novela negra, y en otras una epistolar). El protagonista añora su tarea como ministro, así como el encuentro amoroso que mantuvo con la siempre presente —en sus recuerdos y fantasías— Ginette. Todo lo que ama está en el pasado. Sin embargo, podemos notar una capa superior, más sutil, que se asienta sobre ese tono melancólico: la ironía. El humor, una constante en la obra de De Angelis, nos invita a reírnos, sin caer en la burla, de la nostalgia de Wilson, que, más allá de cómo él los valore, no deja de narrarnos sucesos más bien penosos. Y justo ahí, en el cruce de esos dos puntos de vista —entre lo que Wilson nos quiere hacer creer y lo que realmente el lector comprende que ocurre— es donde surge la ironía, y esa sonrisa —muchas veces, carcajada— que acompaña la lectura desde la primera página hasta la última.
Y, finalmente, la pregunta: ¿siempre todo pasado fue mejor?
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